A lo largo de nuestra vida, todos tendremos que asumir un montón de incomodidades y pequeñas adversidades. ¿Cuántas? Podemos calcularlo. Según un reciente estudio, las personas nos topamos diariamente con veintitrés frustraciones: hay un atasco de tráfico, se nos quema la comida, el jefe nos pega un rapapolvo inmerecido, el niño trae una nota del profesor por mal comportamiento… En toda una vida esto hace un total de veinte mil adversidades.
Pero la buena noticia es que, prácticamente, ninguno de estos problemas es realmente relevante. En verdad, todos esos miles de inconveniente no tienen poder para amargarnos la vida, a no ser que se lo otorguemos. Simplemente, lo que podemos hacer es asumir de antemano que esas adversidades forman parte del guion. Digamos que hay que meterlas en el presupuesto general y no preocuparse mas de ellas.
Aceptémoslo lo antes posible. ¿ Nos damos cuenta de que encerrarse en casa para evitar posibles desgracias es la manera mas eficaz de llegar a ser un desgraciado? Lo bueno del asunto es que, en la gran mayoría de los casos, se trata solo de pequeñas incomodidades sin trascendencia. En realidad, ¡Seguimos teniendo todo lo necesario para la felicidad!