Cassandra Stavrou era una joven como cualquier otra, con ambiciones y metas personales, un buen día se decidió a intentar emprender su propio negocio, abandonó un buen trabajo en una compañía de publicidad y sin importar las críticas regresó a vivir con su madre para poder ahorrar los fondos necesarios para lo que sería su proyecto de vida.
La joven británica partió de una necesidad muy simple que encontró en su vida cotidiana; estando en su trabajo notó que la mayoría de sus compañeros estaban con hambre en las últimas horas de trabajo, y por tanto sin la mejor disposición para continuar con sus tareas, en la cafetería sólo había los mismos aburridos tentempiés de siempre, galletas, chocolates, cafés, no obstante el aporte nutricional era también mínimo.
Por eso se dio cuenta de que había un gran nicho de mercado con un tentempié rico, accesible y que además pudiera tener un valor nutricional, por lo que, inspirada en el último regalo que su padre le hizo antes de morir, que fue una máquina de hacer palomitas, se le ocurrió que podría crear una línea de palomitas “de lujo”, que pudiera competir en el mercado, con múltiples valores agregados que se le podía aún añadir al producto.
Fue así como empezó a trazar su estrategia, al darse cuenta que una empresa requiere cuidar múltiples elementos, comenzó también a buscar ayuda, encontrando apoyo en un viejo amigo de un ex novio, quien aportó también capital para el proyecto, lo cual le ayudó para el despegue del proyecto.
Primero tuvo que cuidar muy bien cada uno de los elementos de su estrategia, empezando por su producto. Se le ocurrió crear sabores gourmet inéditos en las palomitas de maíz, ideas atrevidas y sofisticadas con las cuales llamar la atención de posibles clientes.
Considerando que las palomitas no tienen precisamente la reputación de ser alguno de los alimentos más sanos, es mostró decidida a implementar un método para crear un producto más saludable, fue así que desarrolló una técnica manual de preparación, más orgánica y nutritiva, lo cual sería otro gancho importante para atraer al consumidor.
Cuando al fin encontró la fórmula, el problema después sería quien pudiera fabricar el producto a gran escala, otra gran odisea; no obstante tras cuidar meticulosamente todos los detalles para ofrecer un servicio de calidad y con un importante nicho de mercado, se lanzaron ahora sí a la venta de Propercorn, sus palomitas gourmet.
Lo demás ya resultó ser lo más fácil, tan sólo tuvieron que comenzar con un cliente de gran calado, consiguieron por medio de un amigo ingresar su producto a la cafetería de Google en Londres, volviéndose de forma casi inmediata la sensación; la novedad y calidad del producto les generó rápido múltiples ventas y con esta tarjeta de presentación solicitaron acceso en más y más puestos de venta, consiguiendo rápidamente escalar y en un periodo corto de tiempo generar ganancias importantes, mismas que han estado reinvirtiendo para seguir fortaleciendo aún más la empresa.
Para 2015 Propercorn tenía ya ventas por 186 millones de dólares, y gracias a su filosofía de mejoramiento y expansión continua, encabezados por Cassandra, actualmente tienen la meta de convertirse en la mayor empresa vendedora de palomitas de maíz del planeta.